Podemos definir la propiocepción como la conciencia de
posición y movimiento articular y la conciencia del movimiento. Además es
importante destacar el componente propioceptivo sobre la respuesta refleja y la
regulación del tono muscular. El sistema propioceptivo se encarga de mantener
la estabilidad articular durante los diferentes movimientos que realicemos,
siendo la mejor fuente sensorial para otorgar la información necesaria para medir
el control neuromuscular, (Lephart, Myers, y Riemann, 2003). Toda esta
argumentación aplicada al fútbol es clave para optimizar el rendimiento de un
futbolista en competición.
La causa de la utilización de este entrenamiento en el ámbito
de la prevención en fútbol profesional tiene que ver con lo que denominamos
"inestabilidad funcional". Las lesiones ligamentosas o articulares
pueden desencadenar problemas crónicos y problemas de inestabilidad a nivel
articular. El término inestabilidad funcional hace referencia a un déficit de
coordinación que viene originado por la reducción de las señales aferentes
propioceptivas de los receptores articulares. Esta afectación a nivel aferente
inhibe la estabilización refleja neuromuscular de la articulación, aumentando
el riesgo de lesión y deteriorando paulatinamente la articulación
(Vanmeerhaeghe, Tutusaus, Ruiz y Ortigosa, 2008).
Para prevenir este deterioro de las articulaciones y mejorar
el control postural, la coordinación neuromuscular y los niveles de propiocepción,
tendremos en fútbol profesional que trabajar en situaciones que provoquen
inestabilidad a las articulaciones para adaptar el sistema propioceptivo y
estimular la estabilización refleja neuromuscular. Estos ejercicios se suelen
trabajar manteniendo la alineación del eje cadera-rodilla-tobillo, de manera
bipodal o unipodal añadiendo progresivamente pequeños desequilibrios que
aumenten el nivel de dificultad de las tareas, (Vanmeerhaeghe, et al., 2008).
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